La gracia de Dios se recobra arrepintiéndose
En el sacramento de la penitencia se perdonan todos los pecados cometidos después del bautismo, y obtiene la reviviscencia de los méritos contraídos por las buenas obras realizadas, que se perdieron al cometer un pecado mortal.
Pecado
53.- LA GRACIA DE DIOS SE RECOBRA ARREPINTIÉNDOSE DE LOS PECADOS Y CONFESÁNDOSE.
1. En el sacramento de la penitencia se perdonan todos los pecados cometidos después del bautismo1, y obtiene la reviviscencia de los méritos contraídos por las buenas obras realizadas, que se perdieron al cometer un pecado mortal2.
Este sacramento se llama también de la reconciliación y del perdón. Además de su sentido de reconciliación con Dios, incluye también la reconciliación con la Iglesia3.
Hoy muchos sustituyen la confesión por el psicoanálisis.
Pero la diferencia es total:
a) En la confesión se dicen pecados.
En el psicoanálisis se cuentan problemas psíquicos.
b) En la confesión se busca el perdón.
En el psicoanálisis se busca una curación.
c) En la confesión se recupera la reconciliación con Dios.
En el psicoanálisis, a lo más, el equilibrio psíquico4.
54.- CONFESARSE ES DECIRLE CON ARREPENTIMIENTO AL CONFESOR, TODOS LOS PECADOS COMETIDOS DESDE LA ÚLTIMA CONFESIÓN BIEN HECHA.
1. La confesión es una manifestación externa del arrepentimiento de nuestros pecados y de nuestra reconciliación con la Iglesia5.
«Para un cristiano el sacramento de la penitencia es el único modo ordinario de obtener el perdón de sus pecados graves cometidos después del bautismo»6.
55.- EL SACRAMENTO DE LA CONFESIÓN FUE INSTITUIDO POR JESUCRISTO.
1. Quizás hayas oído alguna vez de labios indocumentados: «la confesión es un invento de los curas». Esto es falso.
Se conoce el inventor de la imprenta (Guttemberg); del anteojo (Galileo); del termómetro de mercurio (Fahrenheit); del pararrayos (Franklin); de la pila eléctrica (Volta); del teléfono (Bell); del fonógrafo (Edison); de la radio (Marconi); del submarino (Peral); de los Rayos X (Roentgen); del autogiro (La Cierva); de la penicilina (Fleming); etc. etc.
Ahora bien, ¿qué «cura» inventó la confesión? No se puede saber porque no ha existido nunca.
Y, desde luego, si la hubiera inventado un hombre, no la hubiera inventado gratis. Porque es inconcebible que un hombre invente una cosa tan desagradable para el sacerdote -que tiene que estar encajonado horas y horas oyendo siempre lo mismo-, tan perjudicial para la salud, tan fácil de contagiarse de enfermedades, etc., etc., y todo esto sin cobrar un céntimo. Lo normal es que quien hace un servicio lo cobre.
Aparte de que, ¿quién va a tener autoridad para obligar a la confesión al mismo Papa? Pues el Papa tiene obligación de confesarse, y de hecho se confiesa frecuentemente, como todo buen católico. Y lo mismo los cardenales, los obispos y los sacerdotes del mundo entero. Si hubiera sido invención suya, se hubieran ellos dispensado.
Algunos protestantes, para no admitir la confesión decían que ésta se estableció en el Concilio de Letrán.
Pero esto no lo sostiene ninguna persona culta, ni siquiera entre los protestantes; pues está históricamente demostrado que el Concilio IV de Letrán celebrado en 1215, lo que mandó fue la obligación de confesar una vez al año7. Ya sea por malicia o por desconocimiento de la Historia de la Iglesia, confundían la institución del sacramento de la confesión con el precepto de confesarse anualmente.
Pero la confesión venía practicándose desde el principio del cristianismo, aunque con menos frecuencia.
Ya en el siglo III se nos habla del sacerdote encargado de perdonar los pecados8.
Y entre los años 140 y 150 apareció un libro titulado El Pastor de Hermas donde se recomienda la confesión9. Hermas fue hermano del Papa Pío I10.
La confesión privada, como hoy la tenemos, existe desde el siglo VI introducida por los monjes irlandeses que reaccionaron a la durísima práctica de la penitencia de entonces. Desde el siglo II había una larga lista de pecados, muchos de los cuales excluían de la Eucaristía para toda la vida.
A lo largo de la historia la confesión ha ido cambiando en el modo de practicarse, manteniendo siempre lo esencial del sacramento.
Según El Pastor de Hermas del siglo II, un presbítero romano hermano del Papa Pío I, en aquel tiempo sólo se confesaba una vez en la vida o en peligro de muerte11.
Sin embargo, hoy, la Iglesia recomienda la confesión frecuente. A lo más tardar, una vez al año.
2. El sacramento de la confesión fue instituido por Jesucristo12 cuando se apareció a sus Apóstoles reunidos en el cenáculo y les dio facultad para perdonar los pecados, diciéndoles: «A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados; y a quienes se los retengáis, les serán retenidos»13.
Por estas palabras de Cristo se comunicó a los Apóstoles y a sus legítimos sucesores14 la potestad de perdonar y retener los pecados15.
Por eso dice San Pablo que el Señor «nos confió el ministerio de la reconciliación»16.
Cristo instituyó los sacramentos para que la Iglesia los administrase hasta el final de los tiempos.
Como los Apóstoles iban a morir pronto, el poder de perdonar los pecados se transmite a sus legítimos sucesores, los sacerdotes.
«El ministro competente para el sacramento de la penitencia, es el sacerdote, que, según las leyes canónicas, tiene facultad de absolver»17.
Es evidente que si el sacerdote debe perdonar o retener los pecados con equidad y responsabilidad, se supone que el pecador debe manifestárselos. Sólo el pecador puede informarle qué grado de consentimiento hubo en su pecado.
Es esencial la presencia real de confesor y penitente, por lo tanto es inválida la confesión por carta, teléfono, radio o televisión18; pues además de no existir presencia real, pone en peligro el secreto sacramental.
Por mandato de la Iglesia, quien tiene pecado grave debe confesarse al menos una vez al año19, o antes si hay peligro de muerte o se ha de comulgar20.
Pero eso es el plazo máximo. Quien quiere sinceramente salvarse y no quiere correr un serio peligro de condenarse, no puede contentarse con esto. Es necesario confesarse con más frecuencia. Con la frecuencia que sea necesaria para no vivir habitualmente en pecado grave. ¡No vivas nunca en pecado grave!
Un buen cristiano se confiesa normalmente una vez al mes.
La confesión te devuelve la gracia, si la has perdido; te la aumenta, si no la has perdido; y te da auxilios especiales para evitar nuevos pecados.Los sacerdotes deben prestarse a confesar a todos los que se lo pidan de modo razonable21.
No hay comentarios:
Publicar un comentario