Luis José Martín cabré. Analista español estará en congreso organizado por la Sociedad Peruana de Psicoanálisis.
Pedro Escribano.
El reconocido psicoanalista español Luis José Martín Cabré ha llegado a Lima no solo interesado por el XII Congreso: “La clínica psicoanalítica hoy: individuo y sociedad”, que se desarrollará en nuestra ciudad los días 2, 3 y 4 de setiembre, sino también por el cariño que tiene al Perú y a los peruanos. Asegura que tiene amigos colegas, pacientes peruanos y hasta un ahijadito peruano, y que este era un viaje esperado. Su participación en el congreso tendrá dos momentos: primero, un taller que tiene que ver con la contratransferencia y luego la ponencia sobre la “Interpretación en el psicoanálisis”.
–El congreso abordará el psicoanálisis desde el lado del paciente y desde el analista.
–En esa buena relación está la clave del proceso terapéutico.
–¿Si no, no funciona…?
–No funciona. La clave de una relación terapéutica como la psicoanalítica está en la posibilidad de crear un escenario diferente, donde el paciente encuentre una escucha diferente y tiene la ocasión de tener una perspectiva nueva para abordar cosas que siempre ha pensado pero de una forma repetitiva. El proceso analítico le da ocasión de encontrar un nuevo abordaje.
–Hubo un tiempo que se resistió al psicoanálisis como terapia valedera…
–Mire, usted toca un problema, en mi opinión, muy importante. La resistencia contra el piscoanálisis comenzó desde el momento en que Freud empezó el psicoanálisis. Quizá con el paso del tiempo se puede comprobar que se trata de una forma de terapia. Hoy en día, a pesar de todas las dificultades y todas las críticas, está en un momento de desarrollo en todo el mundo. Por ejemplo, hace poco hubo un congreso en China. Quién hubiera pensado que allí iba a ver un congreso de psicoanálisis. Fue un éxito extraordinario. Yo creo que el psicoanálisis siempre encontrará detractores. Pero lo que se llama la crisis del psicoanálisis no está en el psicoanálisis sino en los psicoanalistas.
–¿Cuál es el flanco para que haya detractores?
–Mire, el mundo actual pide que haya soluciones inmediatas, la gente no desea esperar, vivimos un consumismo absoluto, entonces el psicoanálisis propone una perspectiva donde hace falta tiempo, donde las cosas se tienen que esperar, donde existe un requisito fundamental, la posibilidad de pensar, no de actuar.
–Antes los jóvenes tenían utopías, ahora, ¿hacia adónde van los jóvenes?
–Me toca usted un problema como español y madrileño, vivo desde hace un mes con una cierta intensidad el tema de los “Indignados”, el movimiento que surgió en La Puerta del Sol y que ha contagiado a mucha gente. Es un movimiento crítico contra los políticos, de derecha e izquierda y la gente ha expresado su hartazgo ante los políticos que no resuelven los problemas de los jóvenes.
–¿Los jóvenes no tienen un faro?
–Yo creo que los jóvenes nunca deberían de tener un faro. Ser joven significa ser rebelde, inconformista, no ir detrás de un líder que los arrastra, sino de buscar siempre situaciones de crítica, de revisar y proponer postulados y de pelear por lo que ellos consideran que son las injusticias. Por ejemplo, la rentabilidad económica ha sido capitalizada, las pérdidas en cambio ha sido socializadas. Por qué cuando hay una crisis tienen que pagar todos y cuando hay beneficios solo se benefician algunos pocos.
–Es sintomático lo de los escolares de Chile.
–Conozco poco, leí algo en el periódico.
–¿En estos tiempos podemos hablar de crisis de los afectos?
–Se puede decir que hay una crisis de los valores, aunque, creo, de los afectos no. Quizás una manera de realizar o materializar las relaciones afectivas: la pareja, la familia, las relaciones homosexuales, son temas que están sobre la mesa como desafíos y como situaciones y no solo en el mundo occidental, también en el mundo islámico, oriental, allí también hay situaciones de cambio.
–Allí entran a tallar los analistas, como salvadores.
–Los psicoanalistas nunca deben plantearse ni proponerse como salvadores de nada. Los analistas son profesionales que ofrecen una manera de escuchar diferente para ayudar a una persona que sufre, a que entienda la razón de su sufrimiento. Si el trabajo analítico sirve para que alguien, una persona, pueda sentirse mejor y pueda no por lo que pasa sino por lo que no pasa, que es lo que yo creo por lo que una persona sufre. Quizás eso haga que un psicoanalista tenga un sentido y una razón de existir.
–Muchos se aferran al psicoanálisis
–No debería el psicoanálisis ser un redentor de nada ni salvar a nadie, sino la de ofrecer una determinada terapia. Fíjese que el conductismo, la farmacología, obviamente ofrecen soluciones mucho más rápidas, pero sin embargo muchas veces después de que mucha gente se ha beneficiado de este tipo de técnicas, buscan la posibilidad de un análisis para encontrar una razón mucho más profundo, más auténtica de lo que significa su sufrimiento. O sea, el psicoanálisis no está en contra de nada, es una técnica que lleva más de cien años de vida y seguirá existiendo mucho tiempo más.
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